1.10.06

Ruta por los conventos de Extremadura

Siguiendo nuestro paladar goloso este verano nos embarcamos en una ruta en busca de los mejores dulces extremeños.

Las ciudades de Extremadura aún conservan el encanto de esas ciudades tranquilas antes de que estas fueran invadidas por legiones de turistas.
Pasear por sus calles de piedra nos transporta al tiempo de aquellos conquistadores y aventureros que se fueron a las Américas en busca de un mundo mejor, un nuevo mundo, y que volvieron haciendo ostentosidad de su recién estrenada riqueza. Iglesias, torres, conventos, casas palaciegas con sus blasones a modo de marca de la casa, patios llenos de pilistras y murmullos de agua en un pilar refrescando las horas lentas de la siesta…

Milagrosamente sobrevivimos al síndrome de Stendhal pero uno de los más deliciosos pecados capitales casi nos lleva al coma diabético.

Desde Cabeza la Vaca como base (un pueblecito blanco vertido en las estribaciones de Sierra Morena) visitamos los conventos de las clarisas de Jerez de los Caballeros (C/Las Monjas 11), de Llerena (C/Corredera 19), de Zafra (C/Sevilla 30) y el de Las Agustinas de la Paz en Fregenal de la Sierra.

El ritual empezaba con una llamada al torno y unas extrañas palabras, para los no creyentes, a modo de santo y seña: AVE MARÍA PURÍSIMA. A lo que hay que contestar, a modo de contraseña: SIN PECADO CONCEBIDO. Y a partir de ahí, cual música celestial, la monja te va recitando los nombres de los dulces a modo de poema:

CORAZONES DE ALMENDRA,
COCADAS, NEVADITOS,
HOJALDRES, EMPANADILLAS,
TORTAS, BIZCOCHOS,
MADALENAS, FLORES,
GAÑOTES, PERRUNILLAS…

TORRIJAS DE SANTA CLARA A LA EXTREMEÑA
(Para 6 personas)
12 rebanadas de pan de barra
½ de leche o de vino
5 o 6 huevos
Aceite
Azúcar o miel

Las rebanadas de pan se mojan en leche o en vino. Quedan más sabrosas si están mojadas unas horas antes de empezar a hacerlas.
Después se pasan por huevo batido, el que admitan, y se fríen en abundante aceite hasta que se doren. Se sacan y se pasan por azúcar o se mojan con miel.

Sacado del libro “Repostería monacal. Postres y dulces de las hermanas clarisas”